martes, diciembre 27, 2005

Una pregunta fashion...

"Abundan estos días los curiosos que hacen mil conjeturas sobre la ropa que usará el Presidente electo el día de su posesión. ¿Vestirá el traje milenario de Tupac Catari? ¿El atuendo sagrado de Manco Capac? ¿El poncho aymara? ¿La montera tarabuqueña? ¿El chulu potosino? ¿O preferirá un modelo Almanza con camisa blanca y corbata de seda italiana?" (Bolpress, 27 de Diciembre de 2005).

viernes, diciembre 23, 2005

Inacción, vergüenza e indignación

"¿Cómo fue posible que el hombre que huyó de las elecciones de 2003 y hasta hace pocos meses pedía refugio en Chile acosado por los reclamos de la Justicia argentina pudiera regresar y que las causas penales se durmieran permitiéndole ser electo senador para gozar de inmunidad parlamentaria hasta que los procesos caduquen? ¿De qué forma fue cambiando su imagen mediática por la de un anciano pintoresco complicado por asuntos conyugales, hasta lograr esta suerte de olvido y perdón? ¿Qué hizo que el asombro o la indignación no se manifestaran en la calle? ¿Dónde quedó el reclamo masivo ?que se vayan todos??" (Página/12, Viernes 23 de Diciembre de 2005).

lunes, diciembre 19, 2005

Un domingo colmado de festejos

"Con más del 50 por ciento de los votos, el ex trompetista, pastor de llamas, futbolista, cultivador de coca y, por sobre toda las cosas, indígena aymara, entró en la historia latinoamericana como el primer presidente indígena elegido por sufragio universal. Alejandro Toledo fue electo en Perú, pero había pasado por las mejores universidades de Occidente. Evo Morales siempre fue igual a sí mismo. Sin corbata y con zapatillas." (Pagina/12, Lunes 19 de Diciembre de 2005; Foto: Reuters).

martes, diciembre 13, 2005

¡Doña Rosa!

"Las listas son sábana, Doña Rosa, y tienen un orden de ingreso junto con una lista de suplentes que usted vota en conjunto. Y ese orden, tanto por la realidad del funcionamiento político si es que una urgencia o conveniencia determina echarle mano, como por eventualidades de muerte, incapacidad u otros factores de los ingresados, es algo que usted vota en paquete, Doña. Usted vota lo que se le canta, pero dentro de una prelación a la que avala con su sufragio, y si no le gusta váyase a participar en política para modificarla. Pero no diga boludeces, ¿sí?" (Página/12, 12 de Diciembre de 2005)

domingo, diciembre 11, 2005

Zapping de domingo por la noche

Canal 7: Un informativo del noticiero. Mas alla de la notable y gloriosa vicotoria de boca que será en breve campeon tanto del campeonato local como de la supercopa, nada que merezca ser visto.

Canal 8: Es uno de esos de dibujitos. Alguna version moderna de Dragon Ball Z mezclado con Power Rangers pero un poco mas gays. Hmmm... solo mirare dibujitos cuando pasen los de mi epoca por Retro.

Canal 9: Grondona y Patti componen una imagen difil de digerir. Y sí, en casa de familiares de desaparecidos cualquiera de los dos son persona non grata; y juntos en la tele ni hablar. Tengo el dedo sobre el boton para cambiar de canal cuando de la boca del Dr salen las siguientes palabras: "Porque a lo sumo los muertos del lado de la guerrilla habrán sido unos 6000, eso de los 30 mil es un camelo". "Del lado de las fuerzas armadas muerieron unos 700 hombres, o sea en total entre ambos bandos 6700".

Se apaga la tele.

701. ¿No? Un par de llamados y todo se arregla. Ya la gente se acostumbrará al nuevo conductor de Hora Clave.

¿Seguro? Bueh, vos avisame.

Tucumanas

-I-

Llego al aeropuerto de Tucumán. El bolso con ropa y la caja con manuales que llevo pesan mucho; y a eso hay que agregarle la mochila con la notebook. Por suerte hay carritos para transportar el equipaje.

Dentro del aeropuerto, como en todos ahora, no se puede fumar. Salgo y, mientras prendo un cigarrillo, miro a mí alrededor en busca de algún transporte que me lleve a la ciudad.

No hay autos ni gente frente a la puerta por la que salí de la terminal. A unos metros hay una parada de taxis. Pero no hay taxis, hay un hombre que espera. Quien sabe hace cuanto. En la otra punta de la terminal hay gente que también espera. Veo un solo auto que cierra su baúl y pronto parte.

Las nubes que causaron la turbulencia en nuestro descenso de pronto crujen y empieza a llover. Con el carrito cargado me apuro por volver bajo el techo de la terminal dejando atrás la parada de taxis, y al hombre que en vano espera bajo su techito.

A medida que me voy acercando al grupo de gente que espera en la otra punta del aeropuerto, voy notando en sus caras un clima que pendula entre el enojo y la resignación. El único puesto que agencia remises en el aeropuerto ya les cobró, pero ellos hace rato que esperan.

Cuando finalmente llega un auto, el chofer se baja y empieza a caminar hacia la terminal. Algunos de los que están esperando se le acercan con la esperanza de que les diga que es a ellos a quién va a llevar. Pero el hombre replica que él no es de la agencia de remises con la que ellos contrataron, que no los puede llevar.

Rápido el tucumanisimo conductor se da cuenta que yo no tengo el boleto de la agencia de remises, y yo termino de acomodar las piezas y entiendo que es mi salvación. Con una mirada nos entendimos, y empezamos a caminar hacia el auto. Había que irse rápido porque el clima se iba tensando a medida que la gente se percataba de que ellos ya habían pagado y hace rato que esperaban, mientras yo, descaradamente, me llevaba el único auto que habían visto pasar en los últimos 15 minutos.

De pronto un hombre desesperado en su espera no lo soporta más y se acerca al chofer reclamando ser llevado. El tucumano, rápido de vuelta, le contesta que tiene que llevar al señor, o sea a mi, a santiago del estero.

Yo se que él sabe que voy a Tucumán, no termino de entender porque, pero le sigo el juego. El hombre, que ya pagado en el puesto de remises, dice que no tiene problema en volver a pagar, y me pregunta a mi si me molestaría dejarlo a él en el hotel antes de seguir a santiago.

Instintivamente pienso en decirle que yo también voy al centro de Tucumán, que podemos compartir el gasto del remise. Pero también me doy cuenta de que si no digo nada y acepto su oferta el pagará todo el viaje y quizás yo una pequeña diferencia. Le digo que no tengo problema mientras guardo mi bolso en el baúl bajo la lluvia.

A la distancia oigo al hombre y al chofer que hablan. Asumo que estarán acordando el pago aunque no escucho bien lo que dicen con el ruido del granizo que empieza a caer y repica sobre el techo del auto. Nos apuramos por subir y pronto partimos ante la mirada atónita de quienes quedan esperando.