sábado, agosto 19, 2006

Roberto

"... Yo meditaba broncas filosóficas al tiempo que pensaba. En tanto las cuadras pasaban y el Romeo de marras venía dale que dale, conversando con la nena que me ponía nervioso de verla tan consentida. Y sobrándola, yo le decía in mente:
-Nena, no te hablaré del tiempo, del concepto matemático del rantifuso tiempo que tenían Spencer, Poincaré, Einstein y Proust. No te hablaré del tiempo espacio, porque sos muy burra para entenderme; pero atendé estas razones que son de hombre que ha vivido y que preferiría vender verdura a escribir:
' No lo desprecies al tipo que llevás al lado. No, nena; no lo desprecies.
' El tiempo, esa abstracción matemática que revuelve la sesera a todos los otarios con patentes de sabios, existe, nena. Existe para escarnio de tu trompita que dentro de algunos años tendrá más arrugas que guante de vieja o traje de cesante.
' ¡Atenti, piba, que los siglos corren!"


(¡Atenti, nena, que el tiempo pasa!, Roberto Arlt, Aguasfuertes Porteñas, Reysa Ediciones 2004)