jueves, mayo 12, 2005

Valores Críticos

Como si se tratara de una operación pacientemente planificada, en concordancia con el aniversario 400 del quijote y en plena tierra española, el crítico literario Ignacio Echavarría fue desafiado por los molinos de viento y salio a librar una lucha perdida. El eje de su enfrentamiento con el periódico El País es una causa que no deja de acumular derrotas: la libertad de expresión en los medios masivos de comunicación.
Echavarría denuncia censura, sale a pedir respuestas y a dar opinión; a buscar un debate que le es negado. Lo acompañan en su reclamo los lectores que piden explicaciones de todo tipo y más de medio centenar de colaboradores del diario que salieron también a reclamar a través de una carta abierta. El espíritu democrático de los derechos que reclaman, y que el diario dice compartir y profesar, se ven puestos en jaque cuando se oponen a las fuerzas sinérgicas de grandes grupos económicos como Prisa, dueño de El País.
En el actual contexto de concentración y monopolización de los medios de comunicación es creciente la preocupación por crear mecanismos más democráticos de intervención del lector con los medios. Las cartas de lectores y el espacio de la defensoría del lector de El País, único medio de articulación entre el lector y el periódico, no escapan al escándalo. La defensora del lector lejos de ser justa y respetar el derecho a opinar de ambas partes, arma su informe sin citar una sola vez al crítico, quitándole de esta manera toda voz a Echavarría frente a su público.
Pero, ¿Qué pasa con los derechos del lector? Según Luis Bassets, director adjunto del diario, el único derecho del lector es comprar el diario que elija. También nos desafía con la propuesta de que, tan derecho como es del lector el elegir el diario que compra, es del periódico el de contratar al crítico que se le antoje. No se equivoca, pero debe tener en cuenta ciertas cuestiones que hacen a la relación que construye con sus críticos. El "congelar" una relación sin dar aviso no solo no es ético, sino que, el no publicar el siguiente articulo del crítico y su posterior carta abierta, constituyen claramente un atentado a la libertad de expresión. Y eso mismo es lo que temen se repita el resto de los colaboradores del diario, por eso reclaman en su carta abierta.
Se sabe que las relaciones entre medios y poder político existen y operan a través de la prensa. Ahora, con Echavarría ya derrotado por los molinos de viento y alejado del diario, sabemos que los monopolios, dueños de los medios de comunicación, también operan a través de ellos, y que silencian, ofendidos, a quienes desprejuiciadamente se expresan distinto de sus intereses. Nos queda el gusto amargo de lectores que no tienen suficientes derechos, y el de los colaboradores del diario, que hoy lejos de ver despejadas sus dudas ven confirmados sus temores. Nos vuelve el gusto amargo de quienes atentan contra los valores democráticos mientras dicen defenderlos.